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               Las pulsiones, hasta aquí desorganizadas, se organizan y dirigen a un fin específico. La
                respuesta de sonrisa representa una conducta voluntaria, consciente y dirigida al mundo exterior. Como
                consecuencia de todo ello la experiencia psíquica del niño sufre un importante cambio
                cualitativo: ya no está dominada por la cenestesia, sino que a ella se le superpone la
                percepción sensorial del mundo exterior, que se tornará cada vez más
                discriminativa. La psique comienza entonces a operar como un todo unitario, con el inicio de
                múltiples nuevas funciones. Se recupera así la respuesta unitaria que ya se había
                establecido en la etapa fetal, y que en nuestra óptica resulta transitoriamente inhibida por la
                experiencia del nacimiento. El establecimiento del primer organizador comportará un cambio en el
                funcionamiento psíquico que Spitz ha descripto de la siguiente manera  
                
                  | "respuesta y conducta asumen una pauta diferente, más adaptada a su objetivo.
                      Experiencia y acción se hacen cada vez más significativas. La nueva modalidad de
                      funcionamiento hace posibles las recompensas, que a su vez aseguran su continua operación.
                      La canalización de las fuerzas impulsivas origina un campo (...) que influye en los pasos
                      siguientes del desarrollo". |  |  Como vemos, Spitz introduce una etapa intermedia entre la supuesta ausencia de percepción de la
                realidad y la plena aceptación de ésta, que sobreviene a partir de los seis a ocho meses,
                con el establecimiento del segundo organizador. Este período intermedio es
                cronológicamente el mismo que aquel que describiera Winnicott para los fenómenos
                transicionales que cumplen la función de vincular la realidad interna y la externa. Si bien el
                objeto precursor es más primitivo que el objeto materno total, no es equivalente al concepto de
                objeto parcial de Klein. Para ésta, el objeto libidinal total se integra aproximadamente en el
                mismo período que para Spitz, pero a partir de objetos parciales que ya son percibidos como tales
                desde el inicio de la vida, sin mediación de un narcisismo primario.     Para resumir, digamos nuevamente que la sonrisa que venimos de analizar es la respuesta afectiva que
                revela la existencia subyacente del primer organizador. Las consecuencias que Spitz atribuye al
                establecimiento de éste son:     - pasaje del predominio interoceptivo al exteroceptivo,    incipiente prueba de realidad,  - huellas mnémicas elementales,  - direccionalidad de la conducta hacia un objeto (precursor),  - precoz división consciente-inconsciente,  - incipiente diferenciación de Yo-Ello,  - posibilidad de demora de la descarga pulsional,  - dirección sistemática de los impulsos, coordinación e interdependencia de los
                mismos,  - experiencia y acción más diferenciadas y significativas.     Entre el sexto y el décimo mes se manifiesta una nueva conducta emocional, que nuestro autor
                denominó angustia de los ocho meses. La misma señala el establecimiento de un segundo
                organizador de la psique.  La nueva característica del funcionamiento psíquico es consecuencia de que el niño
                ya distingue a la madre de los demás rostros humanos, y lo demuestra con su rechazo ante la
                aparición de un extraño. Tal rechazo se expresa por medio de conductas como el llanto, el
                mirar hacia otro lado, o el cubrirse la cara. Que este comportamiento no se debe al temor a los
                desconocidos se comprueba fácilmente porque la misma experiencia produce interés si el
                desconocido aparece estando el niño junto a su madre. Además no es posible suponer un
                temor a lo desconocido, pues para el bebé lo desconocido es ese mundo al que está
                inclinado por una imperiosa necesidad evolutiva de exploración y control. Haber bautizado esta
                reacción con el término angustia se debe a que se la interpretó como una
                consecuencia de la frustración provocada por no ser la madre esperada la figura que se presenta.
                  A consecuencia del establecimiento de este segundo organizador, se introduce un nuevo nivel de
                complejidad en el aparato psíquico, cuyas consecuencias más notorias son:       establecimiento del objeto libidinal apropiado. E1 niño puede distinguir entre
                conocidos y desconocidos. Este hecho tiene importancia primordial en el desarrollo afectivo hacia el
                amor personal, ya que, como señala Spitz "un objeto de amor no puede existir hasta que
                  no se haya vuelto distinguible de los demás",  - el niño comprende y responde a los gestos sociales,  - asimismo, comprende y maneja el espacio más allá de la cuna,  - comprende las relaciones entre las cosas, que se transforman así en "instrumentos",
               - distingue una cosa de otra (ya puede existir un juguete preferido),    aparecen nuevos matices en la expresión afectiva, de manera que la misma se
                sitúa  lejos de la primitiva polaridad aceptación-rechazo del estímulo.    se puede hablar de un Yo propiamente dicho, en tanto ha habido progresos indudables  en la memoria, la percepción, la comprensión del espacio y del gesto social, mientras
               se insinúan también los precursores evolutivos del proceso del pensamiento y de la  facultad de juicio,    comienzan a evidenciarse algunos nuevos mecanismos de defensa del Yo, en particular el de
                identificación.     Es importante destacar que, según el autor que estamos presentando, los procesos de
                maduración predominan en la constitución del primer organizador, de manera que su
                establecimiento se encuentra menos condicionado por la calidad de las relaciones objetales. En cambio,
                el segundo y el tercero resultan más vulnerables a las condiciones ambientales, que pueden
                facilitar o no su establecimiento.     A partir del primer año, el descubrimiento de nuevos organizadores se vuelve mucho menos
                preciso, sobre todo porque el desarrollo ontogenético se ha complicado, a causa de la
                diferenciación progresivamente acelerada de estructuras y funciones específicas de ciertas
                líneas evolutivas, y de su constante entrecruzamiento. Sin embargo aún es posible
                distinguir un tercer organizador, que Spitz identifica como el logro humano que no alcanzan los
                primates: el lenguaje verbal. En realidad, lo que no alcanzan tales animales es bastante más
                amplio: bipedestación erecta y prehensión en pinza digital; pensamiento reflexivo y
                lenguaje; previsión del futuro; amor consciente, reflexivo y donativo; creatividad y gusto
                estético; experiencia moral y religiosa.     El signo afectivo externo que anuncia al tercer organizador es el gesto "no", que aparece
                aproximadamente a los quince meses. Las consecuencias del establecimiento del mismo serían, para
                finalizar con el pensamiento de este investigador:     - desarrollo de la función semiótica y del lenguaje,    comienzo de un pensamiento operatorio basado en el lenguaje cuyo grado de complejidad no
                tiene límites,    enriquecimiento de las relaciones objetales por las posibilidades de comunicación
                derivadas del lenguaje,    erección de nuevos mecanismos de defensa, entre los que se destaca la
                identificación con el agresor, de primordial importancia en la crisis del segundo año de
                vida,  - reemplazo de la acción por la comunicación.         |