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LA PREHENSIÓN CON PINZA DIGITAL

Gesell, en su texto clásico, describe ya entre las ocho y las diez semanas de vida extrauterina, la aparición de movimientos esbozados en los miembros superiores cuando se le presenta al niño, sobre su pecho, a una distancia de unos diez centímetros, un sonajero. Estos movimientos son mucho más netos a las dieciséis semanas, mientras que, al mismo tiempo, la mirada se fija espontáneamente en el objeto. Cuatro semanas más tarde la actividad se dirige claramente hacia el sonajero, el cual podrá ser asido ahora con ambas manos. Finalmente, a las veintiocho semanas, se observa cómo éste es asido con una sola mano.

En posición sedente el proceso se inicia más tarde, coextensivamente con el dominio del control postural que hemos referido antes: entre las doce y las dieciséis semanas un cubo colocado delante del niño, provoca apenas una mirada fugaz. A las veinte semanas la mirada se vuelve activamente hacia él y aparecen movimientos que generalmente culminan en un contacto manual con el objeto. La prehensión se inicia a las veinticuatro semanas, y conduce rápidamente a la manipulación sobre la mesa y al pasaje del objeto de una mano a la otra.

Tal vez uno de los aspectos más importantes de esta evolución, y que sólo se observa en el ser humano, sea el de los cambios en las pautas o modalidades de prehensión. Estas comienzan durante la primera semana de la etapa fetal con la posibilidad de cierre de los dedos. Continúan durante la décimo octava semana de esa misma etapa, con la aparición del reflejo de prehensión, y por fin, entre la décimo sexta y la vigésimo cuarta semanas de vida extrauterina, con la desaparición del mismo reflejo.

A partir de entonces, y siguiendo con la misma dirección próximodistal, se perfecciona la prehensión propiamente dicha, que comienza siendo un tosco movimiento de arrastre de los objetos hacia el propio cuerpo, y continúa más tarde con una garra palmar en la que predominan los tres dedos cubitales -mientras el pulgar adhiere pasivamente a la acción-. Finalmente, a los quince o dieciséis meses, el bebé alcanza "una refinada prehensión con las yemas de los dedos, que se caracteriza principalmente por la oposición del pulgar, el predominio del índice, la facilidad para la manipulación, y la adaptación de la presión de los dedos al peso del objeto. La movilidad digital se pone de manifiesto en actividades tales como hurgar, tentar y arrancar" (Cratty, 1982).

Este progreso ha sido posible porque la mano y el antebrazo ya no constituyen una unidad motriz orientada en línea recta: desde comienzos del segundo año la mano se mantiene flexionada en sentido cubital, haciendo que la pinza integrada por el pulgar y el índice quede en una misma dirección con el eje cúbitoradial.

Desde el mismo momento en que el niño controla esta modalidad de prehensión, la misma pasa a integrar esquemas más complejos: el cubo asido es golpeado contra la mesa, pasado de mano, golpeado contra otro cubo del que se apropió la mano opuesta, etc.

El acto de soltar objetos ha comenzado recién desde las cuarenta y cuatro semanas: antes resultaba difícil por la hipertonía muscular y el predominio de los músculos flexores sobre los extensores. Al año el niño utiliza esta forma de acción motriz con pericia, de manera que ya puede introducir los cubos en un recipiente de embocadura adecuada, así como intentar construir una torre de no más de tres cubos de alto (aproximadamente a los quince o dieciocho meses). Esta última actividad se realiza con dificultad para soltar cada unidad, lo que se evidencia por la exagerada extensión de los dedos en el intento.